LA MATERNIDAD Y SUS MANDATOS
La maternidad y sus mandatos están profundamente arraigados en la psique colectiva. Tanto de un lado y del otro del arquetipo es un nudo profundo embebido de un manto sagrado fuerte y profundo que se ha erigido socialmente como un rol indiscutible lleno de idealizaciones del sufrimiento y la entrega tanto como incuestionable. Aquellas personas que pongan en cuestión ese “amor” están inmediatamente señaladas y culpabilizadas.
También aquellas madres que se cuestionan internamente, aunque con una tenue vocecita interior, la duda de si eso que sienten por sus hijas es realmente lo que “deberían” sentir, se aterran ante esa duda y la guardan bajo de la alfombra. Muchas madres que no sienten ese deseo de sacrificarlo todo por sus hijas, sienten que algo está mal en ellas y justamente porque muchas lo sienten y pocas se animan a nombrarlo genera un padecimiento silencioso y solitario.
Lo que sucede, es que en el complejo entramado mente cuerpo y emociones no existe tal cosa como la alfombra. Y esto siempre termina aflorando de una u otra manera como un conflicto, resentimientos, demandas, culpas, etc.
Muchas mujeres logran surfear este conflicto, pero claramente muchas otras se encuentran atrapadas en esta red de mandatos y expectativas aunque suelen ser más conscientes de ello a la hora de su propia maternidad. Al volverse madres ellas también, tienen mucho miedo a verse a sí mismas repitiendo las mismas dinámicas con sus hijas, y muchas veces es desde allí que se permiten repensar el vínculo.
Por supuesto la gran carga patriarcal de romantizar el sufrimiento y la entrega de la mujer a un rol sacrificado y a prueba de todo, es una de las trampas mortales en las que las mujeres caemos históricamente. Solamente mediante el sacrificio de nuestro propio ser lograremos el reconocimiento social que el varón tiene garantizado per se. La madre que goza no es una buena madre.
Todos los vínculos que construimos están mediados por factores sociales e históricos de nuestra propia raíz familiar, pero este (junto con el amor romántico) es uno de los vínculos donde por excelencia todas las demandas confluyen y descargan su presión con más potencia.
Las invitamos a revisarlos de un lado y del otro. Como hijas, como madres y como mujeres. A resignificar algunas de las narrativas tan enquistadas para ir poco a poco construyendo roles más genuinos y menos impuestos.